Muchas de las discusiones en torno a la aceptabilidad de la PrEP, por parte de los gobiernos y de algunos sectores menores de la Sociedad Civil, se sustentan en que se pretende suplantar un insumo de látex y con un valor de unos céntimos por unas drogas, con todo lo que esto pudiera traer aparejado.
Lo que omiten decir y reconocer con sinceridad, es el hecho irrefutable que cada vez se usa menos el condón. Mucho menos que lo que los estudios más realistas estiman. En los países de nuestra región la mitad de los hombres gays y bisexuales no han utilizado uno, en una o las ultimas tres relaciones sexuales, incluso en años.
Por eso la epidemia en la región, en el mundo, y en particular entre Gays y Hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombre, sigue creciendo, o en el mejor de los casos se ha estancado, pero bajar, en ningún lugar. Entre 4.000 a 7.000 personas, según el país, se suman al club de los que vivimos con VIH cada año y en cada una de nuestras naciones. Todas infecciones evitables.
De poco sirve tener un insumo de prevención muy económico y fácil de usar, si no se usa. Sin embargo, hay un discurso hipócrita y moralista:
Hipócrita es asumir que hay condones, cuando los programas nacionales de nuestros gobiernos y los financiadores entregan cantidades ínfimas de estos por personas, por año, con riesgo sustancial. Parece una mirada infantil que dice “si te doy menos preservativos tendrás menos sexo. La mayoría de los “condones oficiales” son de baja calidad e incomodos. Representan la prehistoria del látex mata pasiones. Cualquier persona que haya usado condones de primeras marcas, con extra lubricación, diferentes talles, ultrasensibles, con sabores, etc., difícilmente vuelva a los subsidiados. Incluso hay una percepción, que no siempre es necesariamente cierta, que los condones distribuidos por los programas son menores seguros, además de rústicos.
Muchos tomadores de decisión y algunos colegas de sociedad civil casi consideran “inmoral” la sola posibilidad que los programas distraigan más recursos en comprar la PrEP cuando hay condones tan económicos. No los hay en suficiente cantidad y no se usan. Pero en el fondo hay una mirada moral hacia quienes no los usan o aquellos que quisieran recibir condones de mejor calidad, los más cómodos y amigables. Es más, algunos hasta quisieran que la gente tuviera menos sexo, si esto estuviera a su alcance. Les cuesta digerir que la gente tenga (mucho) sexo y a pelo (o bareback), y los juzgan en sus discursos o en sus pensamientos, como irresponsables.
Hay programas que entregan 10 o menos condones al mes. ¿en qué mundo viven estos tecnócratas? ¿Por qué gestionan pensando desde sus realidades, quizás con una pobre y esporádica vida sexual?
Urge mejorar la cantidad y calidad de los condones que se distribuyen, pues el acceso a la PrEP debe venir acompañada de buenos y suficiente condones, como también acompañados de lubricantes. La tarea no será fácil, pues ya existen generaciones completas que no los usan. Debemos des-mecanizar el sexo a la hora de la prevención combinada, y recuperar la ecuación placer en la profilaxis.
Estimados inquisidores del intercambio de fluidos, sus fanatismo pueden seguir costando algunas vidas. Habrán sus mentes y sus almas a lo que realmente esta pasando, sin hipocresía, moral, ni envidia.
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